La gravedad y la persistencia de la crisis internacional ha obligado a pasar de las primeras explicaciones basadas en las hipotecas subprime a otras más complejas que describen los numerosos fallos en el sistema financiero y, finalmente, a una nueva explicación más centrada en los fuertes desequilibrios macroeconómicos. Un factor poco estudiado de esta crisis pero fundamental para entenderla es la falta de demanda agregada en los países desarrollados. En el interior de los países más ricos se ha producido en los últimos treinta años una redistribución de la renta que favorece a los más acomodados perjudicando las clases medias, y ello ha  provocado una contracción de la demanda interna y un crecimiento desmesurado del sector financiero. La solución a la crisis no puede ser nacional, si no multilateral, a través de profundas reformas de las instituciones internacionales y un avance decisivo en el proceso de integración económica y financiera de Europa.

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